la vida en las torres

Las torres dependían del Adelantado Mayor del Reino en lo que respecta a organización y nombramiento de alcaide y dotación de las mismas y al Concejo de Murcia le correspondía pagar la soldada y avituallamiento. Esta doble dependencia traía no pocos problemas y continuas reclamaciones. Ante la disputa entre el marques de los Vélez -adelantado mayor- y el concejo cuando este se niega a pagar los gastos porque "...el alcaide ha sido nombrado sin su consentimiento..." , el Rey ordena "... que pague y aprovisione la torre de vuestros propios, por el aprovechamiento que tenéis de la pesquería que esta al pie de ella..." estableciendo que el Adelantado es "... el Jefe de todas las Torres, las viejas y las nuevas..."y el concejo de cada termino el encargado de su sostenimiento.

Y es que las torres hacían la función de mercado principal donde se establecían precios y se recaudaban impuestos, conformando los primeros núcleos de población estables en la zona.

Los residentes de la torre, vivían en plena dedicación a la misión de la fortaleza, estaba prohibida la entrada a mujeres fuera de horas de sol, salvo circunstancias especiales y bajo la vigilancia de "...varón responsable de su custodia y abrigo...". Todas las visitas debían comunicarse y justificarse al Adelantado Mayor teniendo este plena potestad en autorizarlas o prohibirlas.