-extracto del octavo capítulo-
portada del programa de fiestas |
Ya había llovido otros años: en 2002 la lluvia nos sorprendió en
el campamento de la playa y en 2004 nos hizo suspender el desfile
pero este año nos hizo más daño moral.
Por suerte no llegamos a
anular ningún acto pero el agua nos caló por dentro, aparte de
inundar el campamento.
Nuevamente hicimos el pregón en el salón de plenos del Ayuntamiento
esta vez a cargo de don Julián Fernández Alcaraz, Presidente de la
Federación de Moros y Cristianos de Murcia, acompañado por las
Reinas de sus fiestas, que nos dio más ánimos de los que ya
teníamos en un bonito discurso.
Como novedad se ha creado un estandarte campesino y otro pirata y
cada año la peña que porte el pendón correspondiente abrirá el
desfile, teniendo el honor de ser las primeras peñas abanderadas
Alkazar de Istar por el bando campesino y Almouamirina por el pirata.
Fue el miércoles cuatro de abril por la noche, al terminar
disfrutamos un pequeño ágape y brindamos por nuestras fiestas
pasando a continuación al típico sorteo de carpas en la rambla.
El jueves cinco a primeras horas de la mañana ya estábamos todas
las peñas decorando el campamento. Bueno, todas no, este año solo
dieciséis ya que la Aldea Germana y Alfares no estuvieron con
nosotros por motivos de salud y por la avanzada edad de muchos de sus
componentes, poco tiempo después se disolvieron estas peñas pero
les recordamos con mucho cariño y siempre tendremos el privilegio de
haberlas conocido como peñas fundadoras y compartido con ellas el
espíritu berberisco.
Varias novedades en este año, para empezar y como el año anterior
se nos había quedado pequeña la fiesta decidimos, de acuerdo con el
ayuntamiento, instaurar el jueves como “día de las peñas”; así
tras pasar mañana y tarde trabajando para dejar listo el campamento
tendríamos un concierto por la noche y podríamos disfrutar sin
tener que atender otros actos relacionados con las fiestas.
También, para mejorar nuestra estancia en el campamento, el
Ayuntamiento nos regaló una carpa de tres por tres metros que nos
servirá para tener algo de sombra en los avances de las casetas y
protegernos del relente nocturno con la condición de mantenerla en
buen estado y reponerla cuando se deteriore a cuenta de cada peña.
El jueves discurrió feliz y después de tanto trabajo una buena cena
y un buen rato bailando al ritmo de música celta nos dejó el ánimo
preparado para el día siguiente que es cuando oficialmente
comenzaban las VIII Incursiones Berberiscas.
El viernes seis de abril a las once de la mañana se inauguraron el
mercado y el campamento. Más de doscientos puestos de artesanía,
pasacalles y animación itinerante llenaban las calles del centro de
Los alcázares mientras que las peñas ataviadas con sus trajes de
época se preparaban para hacer disfrutar a los visitantes. Por la
tarde el gran desembarco berberisco a cargo de los actores del grupo
Legend, un espectáculo formidable con bailarinas, peleas a caballo y
a pie de piratas y caballeros… Las peñas volvimos a participar
como extras en las batallas y poblados; esta vez salió bastante
mejor que el año anterior ya que habíamos practicado para batallar
sin hacernos daño, terminando con unos fuegos artificiales. Después una buena cena y concierto en el campamento festero.
Tan bien estaba saliendo este año la fiesta que no pensábamos en
que algo pudiese fallar pero en la madrugada del sábado nos
sorprendió una intensa lluvia, al llegar por la mañana para abrir
el campamento encontramos las carpas inundadas y muchos enseres
estropeados por el agua, por suerte el sol estaba radiante y en pocas
horas conseguimos dejar el parque en condiciones para continuar.
Pasamos el resto del sábado luciendo nuestros trajes y preparándonos
para el desfile, el público parecía aplaudir con más fuerza a
nuestro paso como si agradecieran el intenso trabajo realizado para
que la fiesta no decayera, o por lo menos nos gusta pensar que fue
así en aquel momento y seguro que se notaba en nuestras caras la
satisfacción por ello. Al terminar el desfile nos esperaba una buena
ración de tortilla de patatas; una espectacular tortilla gigante con
la que el Ayuntamiento nos obsequió para reponer fuerzas.
Y llegó el domingo que amaneció, como decimos por aquí, un poco
tonto: ahora sale el sol, al rato una nube fea, luego otro poco de
sol.
Con un ojo puesto en el cielo y otro en la fiesta pasamos la mañana
con nuestros juegos tradicionales hasta la hora de comer que empezó
a chispear; intentamos comer rápido para recoger pronto pero la
lluvia quería tener protagonismo ese día y descargó una tormenta.
Cuando nos fuimos a dar cuenta teníamos el agua por los tobillos,
cerca de quinientas personas intentando poner a salvo cuanto podían,
unos encargándose de los niños, otros desconectando cables
eléctricos, otros intentando acercar vehículos al campamento para
recoger. Un caos que duró poco más de dos horas y que nos ha dejado
un amargo recuerdo. Este año no hubo un hey babe de fin de fiesta
pero no pudo con el espíritu berberisco.
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